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Qué visitar en Potsdam en un día

A Potsdam se puede llegar en S-Bahn pagando un suplemento de 1,60 €, ya que queda en la zona C. La parada más cercana a los sitios de interés es Potsdam Haupbahnhof. Desde la estación se puede ir caminando o en autobús al centro y a los lugares turísticos.


La ciudad, mundialmente conocida por la importante Conferencia que tuvo aquí lugar una vez terminada la II Guerra Mundial, ya aparece en la historia por primera vez en el siglo VII. Fue posteriormente elegida como residencia de caza de Federico Guillermo I en 1660 y lugar de residencia de la familia real prusiana, momento en el cual se construyeron los maravillosos palacios y jardines que pueden visitarse hoy día. Sin embargo, a pesar de resultar gravemente dañada durante la II Guerra Mundial, especialmente durante los bombardeos que tuvieron lugar en abril de 1945, Potsdam conserva muchos edificios históricos que merece la pena visitar, motivo por el cual fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1990.


Desde la estación y cruzando el Lange Brücke (el puente sobre el río) se puede visitar la Nikolaikirche, la cual se ve desde la estación con su enorme cúpula verde. Esta iglesia, como algunas de las más importantes de Berlín, fue construida por el célebre arquitecto alemán Schinkel, siguiendo un estilo neoclásico.


Desde aquí, caminando por la Fr. Ebert Str., se llega al curioso barrio holandés. Este barrio que recuerda a cualquier pequeño pueblo de los Países Bajos, con sus casas de ladrillo rojo y los típicos tejados escalonados, fue erigido por trabajadores holandeses que llegaron a la ciudad en 1733 invitados por Federico Guillermo I.



Esta concurrida zona cuenta con numerosas tiendas y restaurantes, algunos de los cuales ofrecen el típico curry würst, salchicha alemana en rodajas con kétchup y curry.



Otro de los atractivos que no hay que perderse son las tres puertas más famosas de la ciudad. La historia nos cuenta que en 1722 se construyó una muralla alrededor de la ciudad para contener a los criminales y evitar que los soldados desertaran. La muralla tenía originariamente cinco puertas de las cuales solo se conservan tres: la Nauener Tor, la Jägertor y la más bonita, la Brandenburger Tor, que data de 1770 y que conmemora la victoria en la Guerra de los Siete Años.



Una vez vistas las tres majestuosas puertas se puede ir caminando hacia el Neuer Garten (Jardín Nuevo). Este bonito parque del siglo XVIII está situado al norte de la ciudad y contiene varios edificios de interés, aunque sin duda el más importante es el Schloss Cecilienhof, lugar donde se produjo en 1945 la decisiva Conferencia de Potsdam.


Este palacio con aspecto de casa de campo inglesa es hoy día un lujoso hotel y además contiene un interesante museo que gira en torno al importante encuentro que tuvo lugar aquí una vez acabada la II Guerra Mundial. La entrada cuesta 6€ con audioguía incluida y para hacer fotos hay que pagar un suplemento.



El Schloss Cecilienhof fue residencia de los Hohenzollern desde que perdieron la corona hasta febrero de 1945. Entre el 17 de julio y el 2 de agosto de ese mismo año se reunieron en las dependencias de este palacio las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial y sus principales líderes: la Unión Soviética, el Reino Unido y Estados Unidos y los jefes de gobierno de estas tres naciones, que eran el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Iósif Stalin, el primer ministro británico Winston Churchill (posteriormente Clement Attlee) y el presidente estadounidense Harry S. Truman.



Los acuerdos a los que las potencias aliadas llegaron fueron, entre otros, la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación, la devolución de todos los territorios europeos anexionados por la Alemania nazi desde 1938, las compensaciones económicas, la desmilitarización de Alemania, la persecución de los criminales de guerra nazis y la rendición incondicional de Japón.


Durante la visita al interior del palacio se van recorriendo las salas en las cuales se llevaron a cabo estas arduas negociaciones así como los despachos personales de cada uno de los líderes participantes.



Terminada la visita se puede pasear por el parque para visitar otro bonito palacio, el Marmorpalais. Este palacio junto al lago fue idea de Federico Guillermo II, quien murió en una de sus salas en 1797. Como su propio nombre indica, el palacio tiene su fachada recubierta de mármol traído de Silesia.



Saliendo del parque y no muy lejos se encuentra el barrio de Alexandrowka. Esta curiosa colonia rusa está formada por una serie de casas talladas en madera y cada una con su propio jardín. El barrio tiene trece casas de estilo ruso, que fueron construidas entre 1826 y 1827 por expreso deseo del rey de Prusia Federico Guillermo III. Originalmente, la colonia fue el hogar de los cantantes rusos del Primer Regimiento de la Guardia Prusiana, reclutados de entre los prisioneros de guerra que habían luchado con Napoleón. Una de las casas alberga un pequeño museo de tradiciones rusas y al norte de la colonia se encuentra la iglesia ortodoxa rusa de Alexander Nevski, de 1829.



Otra de las visitas imprescindibles de Potsdam es el Parque Sanssouci y los palacios que tiene en su interior. Este inmenso parque fue en su origen un antiguo huerto que pasó a transformarse en jardín cuando el rey Federico el Grande lo convirtió en su residencia de verano en 1747.


A este “Versalles alemán” hay que dedicarle unas cuantas horas de visita pues sus fuentes, palacios, pabellones, baños e incluso iglesias lo merecen. Cabe destacar dos magníficos palacios que no hay que perderse: el Neues Palais y el Schloss Sanssouci.


El palacio Sanssouci fue diseñado y construido por Georg Wenzeslaus von Knobelsdorff entre 1745 y 1747 para satisfacer la necesidad del rey Federico de una residencia privada donde pudiera relajarse lejos de la pompa y la ceremonia de la corte de Berlín. El nombre del palacio procede de una expresión francesa (sans souci), que se traduce como "sin preocupaciones", simbolizando que el palacio era un lugar para el descanso en lugar de un centro de poder.



El palacio no es muy grande, contiene sólo diez habitaciones principales y fue construido en la cima de una colina con terrazas en el centro del parque. Tiene además en el exterior, bellos cenadores decorados con pérgolas y motivos relativos al sol.


El otro palacio que hay que visitar es el Neues Palais. Este magnífico palacio barroco fue construido por orden de Federico el Grande en 1763. Se trata de un enorme edificio de dos plantas y decorado con cientos de esculturas. Es recomendable dar la vuelta y rodearlo pues la entrada principal está en la fachada occidental y merece la pena ver su grandiosidad.


Una vez acabada la visita por los jardines y desde el Neues Palais, saliendo del parque, muy cerca de la puerta de salida, hay varios autobuses que llevan a la estación para volver a Berlín. Una opción es coger el 606 y en unos 20 minutos se llega a la estación del S-Bahn en dirección a Berlín.

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